martes, 16 de marzo de 2010

El futuro era ésto


Fiel a mi costumbre de agotar los plazos en los temas impuestos, hará unos cuantos días que compré el aparato descodificador que me permitirá poder ver los canales de televisión -los viejos y los nuevos-  a partir del momento próximo (finales de marzo)  en que se produzca el llamado "apagón analógico" y entremos en la era de "la televisión del futuro": la digital.

No soy un gran consumidor de televisión; ni siquiera lo soy pequeño.
Los únicos programas actuales que me suscitan reincidencia son "L´ínformatiu Cinema" (C-33), sobre el mundo del cine, y "Página 2" (La 2), un magnífico programa de libros en la noche del domingo.Pero el hecho de  disponer de nuevos canales y tener que ordenarlos en el mando a distancia me ha obligado a hacer un repaso del "fascinante" mundo que la TDT (Televisión Digital Terrestre) pone a nuestra disposición.

El balance no puede ser más nefasto:

dos canales filofascistas, empleando a fondo toda su programación y utilizando toda clase de recursos para poner a caer de un burro a los gobernantes actuales; tres de teletiendas; dos de estafas varias bajo el nombre de concursos cuyo único fín es mantenerte enganchado a teléfonos tragaperras; otro en eternas pruebas , tres de reprogramaciones y refritos varios; dos de videoclips (uno de ellos alterna videoclips "latinos" con teletiendas; el otro ofrece mayoritariamente  aburridos clips mainstream de los 80, en un cansino ejercicio de nostalgia hueca por parte de los programadores de mi generación); uno de pago ( se supone que para ver fútbol, el único gancho que queda para captar abonados, una vez que el cine ya se lo baja todo el mundo de Internet), dos de alienantes programas infantiles... en fín, podríamos no acabar nunca.
Por la noche, muchos de estos canales dan paso a una fauna de variopinto pelaje, compuesta por tarotistas, mediums, videntes, pseudoastrólogos y quirománticos, quienes a su vez ceden su sitio a un aluvión de pornografía de baja estofa, sembrada de publicidad de ofertas sexuales desde teléfonos lúbricos. Si hablamos de los canales locales la cosa ya baja a cotas mínimas, donde conviven el pseudoerotismo choni  con las tarotistas y pitonisas y con el anuncio del charcutero de la esquina. Y la televisión generalista (especialmente las privadas; la pública ya veremos lo que dura) por los suelos, en un viaje desesperado al fondo del contenedor, allá donde queda depositado todo el caldo de la basura.

Ultraliberalismo ideológico y comercial, fútbol, pornografía, consumismo, sexismo, xenofobia, populismo, demagogia, corrupción, ocultismo...   viendo el panorama, a nadie puede extrañarle que Internet haya desbancado ya a la televisión como principal proveedor de ocio doméstico (que en la red se recurra al mismo tipo de material infecto ya será tema para otra entrada).

Mientras tanto, celebremos que el futuro ya esté aquí.

2 comentarios:

Icíar dijo...

J. Luis, ya sé que es algo común esa crítica. Yo no la entiendo muy bien, la verdad, pero ya te digo, lo oigo muy a menudo.
Antes de la TDT yo no veía la tele nunca, nada de nada, salvo redes de Punset.
Ahora con la TDT, por lo menos puedo ver los lunes y jueves el debate de intereconomía, calificada como tele fascista, pero sin embargo escuchar a personajes como Javier Nart, Mario Conde y A. Carmona, me parece enriqucedor. De verdad, los debates de antes no me aportaban nada, no había controversia, se perdieron programas como 'La clave' o aquellos de debate de Hermida.
Luego tenemos telemadrid, que debe ser también fascista, aunque yo no entiendo porqué. No me pierdo el debate de hoy, Madrid Opina, y Las Noches Blancas de Sánchez Dragó.

En fin, los fines de semana, la sexta hace unos documentales maravillosos.
Lo demás no lo veo. Pero ¿Cuál es la polémica de la tdt frente a la de antes? de verdad que no os entiendo muy bien.
Antes no podía ver nada, ahora puedo ver un poquito.

J Luís dijo...

Hola, Icíar, bienvenida de nuevo a Japandia.
Creeme que me parece muy bien que la TDT te de opciones de las que carecías, pero yo no me encuentro en el mismo caso.Si repasas la entrada verás que mis consideraciones van más allá del terreno ideológico en que habite cada uno. Lo que intentaba expresar era que -en mi caso- más cantidad (de canales) no se traduce en más calidad (de contenidos). Los males que enumero (populismo, demagogia,pornografía, xenofobia, sexismo, comercialismo, etc, etc...)son en la mayor parte de los casos comunes en cualquier tipo de televisión (pública, privada, local) supeditada a un poder (un ayuntamiento, un gobierno autonómico, uno central, un grupo de comunicación)y a una cuenta de resultados. Dicho de otro modo, son recursos fáciles que acaban empleando todos y que uniformizan a la baja el nivel de calidad y pluralidad exigible.