Miércoles, 13 de mayo de 2010, Siem Reap, Camboya.
Estoy recien levantado. Por la televisión, en el canal internacional de TVE, me entero del paquete de medidas anticrisis aprobado por el gobierno español el día anterior. Las más destacadas, el recorte del 5 % en el salario de los funcionarios y la congelación de las pensiones en el 2011. Desde aquí puedo ver la polvareda levantada .Ese día voy a visitar el poblado flotante de Chong Kneas.
Tras pagar el peaje de la nueva carretera a la policía coreana (sí, el desarrollo de Camboya tiene estas cosas) y transitar por resecas pistas rurales, la furgoneta nos deja en un embarcadero desde donde, a bordo de una barcaza motorizada y a traves de un canal infestado de jacintos de agua que obligan al conductor a parar periódicamente para limpiar las hélices, nos dirigimos a los aledaños de lo que queda por estas fechas del Tonlé Sap, el inmenso lago en que se convierte el centro de Camboya finalizada la época de lluvias.
Las gentes de Chong Kneas van con el lago y se mueven con él -en sus casas construidas con cañas, madera, neumáticos y bidones de gasolina- conforme éste aumenta o disminuye de tamaño. Ahora mismo es un cenagoso caldo marrón sobre el que flotan casas y canoas. Desde ellas nos saludan con la mano y una sonrisa (siempre, siempre una sonrisa en su cara) niños y mujeres. Los hombres, generalmente, parecen estar o muy ocupados pescando (algunos) o ausentes. Samuel, mi guía camboyano, me comenta que el peso del trabajo en Camboya y particularmente en el mundo rural (que es como decir en casi todo el territorio) recae sobre las mujeres. Ellos, ociosos, fuman, juegan a cartas, se dedican al "botellón" (Samuel dixit) o simplemente "están".
Hay niños nadando y chapoteando en ese caldo caliente y terroso. Samuel me dice que aquí viven como se ha vivido siempre, que las condiciones higiénicas y de salubridad son muy deficientes, que los jovenes sueñan con emigrar a la ciudad en busca de otra vida.
Quizás, con suerte, encontrarán trabajo en una fábrica, elaborando la ropa que compraremos en las rebajas de Zara o Mango. O probablemente acabarán ejerciendo de prostituta/o en los bares y prostíbulos de Phnom Penh, Siem Reap o Sihanoukville frecuentados por occidentales "solitarios".
Pero sí, me dice que, a pesar de todo eso, son felices. Debo de creerle.
A 14000 kilómetros de aquí se oyen voces airadas, un nubarrón se cierne sobre el estado del bienestar amenazando con disolverlo: despidos, salarios menguados, pensionistas congelados, trabajadores que serán afortunados si consiguen conservar el trabajo hasta jubilarse a los 67 años...
En Chong Kneas, la esperanza media de vida es de 45 años.
3 comentarios:
Es difícil desde nuestra mentalidad de occidentales juzgar otras culturas o formas de vida, queramos o no el peso cultural que llevamos detrás está ahí. De todos modos, qué afortunado eres de poder ver éstas cosas con tus propios ojos. Me encantan los dos niños de la fotografía en la barca, son una auténtica preciosidad.
Tal vez su concepto de felicidad no sea el mismo que el nuestro, bueno, tal vez no, seguro que no. A mi me ha impresionado mucho el vídeo. Me encantan tus posts viajeros. Y la relación que has hecho con las noticias de ese día en España.
Besos.
Gracias, Carol y Viola, por vuestras aportaciones siempre bien recibidas aquí. Dice la gente sesuda que la felicidad es un concepto relativamente moderno, asociado a la ociosidad de los longevos ciudadanos de los países del "primer mundo". Es decir, cuando no tenemos que dedicar todo nuestro día a día a sobrevivir y nos comienza a sobrar tiempo, empezamos a plantearnos qué hacer con él y nos entran dudas de como emplearlo. "¿Qué hago para ser feliz?" sustituye a "tengo que tirar hacia delante". En cuanto a los niños, Carol, tengo al menos un par de posts pendientes sobre el tema.
Viola, parece un tópico, pero después de ver los visto, esos recortes te suenan a broma. Yo no he podido quitarme de encima una sensación de culpabilidad después de constatar la brecha entre ambos mundos, y lo que es peor,nunca he tenido la certeza de estar haciendo lo correcto, si es que existe tal cosa, durante mi estancia en el país.
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