martes, 14 de septiembre de 2010

Nuestro tesoro


La primera imagen que ven la tomé en el interior del ascensor de mi hotel en Phnom Penh; la segunda figura en el reverso de un mapa de la ciudad. "Por favor, respete a nuestros niños", reza el primer cartel. "El sexo con niños es un crimen", dice el segundo. En las avenidas principales cuelgan banderolas recordando que "Los niños son nuestro tesoro". Hoy, en 2010, la prostitución (en general) y la de menores (en particular) sigue siendo una de las más graves lacras que afronta un país con tanta población joven como Camboya.

El abogado, escritor, corresponsal de guerra y últimamente tertuliano y polemista televisivo, Javier Nart, recorrió durante el año 2000  el curso del río Mekong, partiendo de Tailandía, atravesando Laos y Camboya  y finalizando en su desembocadura en Vietnam. De ese periplo surgió "Viaje al Mekong" (Ed. Martinez Roca, 2001), un excelente libro que no puedo dejar de recomendarles si están interesados en el sudeste asiático, o, simplemente, en el mundo en que vivimos. Lo que escribió en él acerca de la prostitución en Camboya sigue desgraciadamente vigente casi diez años después. 
Prefiero esta vez no hablar yo y dejar paso a su voz para que nos explique la tragedia - una más de de ellas- de la infancia y juventud camboyana:


"En Camboya no hay prostitución, sino la explotación sexual más brutal e inhumana que pueda imaginarse.
Adolescentes, criaturas de ocho, nueve años que son compradas a sus propios padres por doscientos dólares (si son vírgenes) o alquiladas en garantía y pago de préstamos de solamente veinte.
Decenas de miles de niños, jóvenes prisioneras y prisioneros de inmundos burdeles, de karaokes y salas de masaje donde los "meebon" (propietarios de los prostíbulos) pagan sabrosas comisiones a la policía y los políticos locales para gestionar sin problemas su negocio."

"Muchos altos funcionarios y políticos están involucrados en el negocio de la explotación del turismo sexual y comercio con niños", denunció la ONG WorldVision, excelentes gentes que, literalmente, se juegan la vida por manifestar, publicar lo obvio.

El tráfico es múltiple: el interno captando carne fresca en el propio país; el externo tanto de importación como de exportación de muchachas vietnamitas (más blancas de piel y consideradas más dóciles sexualmente) y, por fín, explotación y envío de niños y niñas a Thailandia donde su estatus de ilegales más la ignorancia de la lengua siamesa facilita la tarea a la escoria humana que se enriquece con su sufrimiento.

En Camboya, el 20 % de la prostitución es ejercida por vietnamitas, género humano que, además de ser más barato y complaciente une el epifenómeno nacionalista. Por cuatro perras, el camboyano puede tirarse a una/un adolescente vietnamita y, de paso, afianzar su ego patrio humillando al odiado "youn" (los camboyanos desprecian a los vietnamitas)."

"El SIDA (AIDS) ha transformado el hábito sexual de las clases pudientes, de los comerciantes acomodados, de los políticos. Ahora buscan niños, niñas extremadamente jóvenes, con preferencia vírgenes, garantía de no haber sido infectados. A ello se suma la leyenda de que tirarse a un niño/niña reafirma la potencia sexual del adulto que "vampiriza" la de la criatura. Un dato resulta extremecedor: casi la mitad de los niños y adolescentes son llevados a la prostitución por sus propios padres. En una sociedad fundamentalmente de origen rural es escalofriante que la degradación, la pérdida de horizontes éticos sea tan profunda, tan extensa.

El genocidio pol-potiano también tiene aquí responsabilidades. la destrucción de la estructura familiar, el exterminio físico de padres y madres ( un 15 % de niños huérfanos por la guerra), la represión, la educación -es un decir- en régimen de comuna colectiva, la burla y eliminación de la autoridad de los mayores, considerados y acusados de corrompidos por los valores extranjeros, no propios del pueblo auténtico khmer, ha dado lugar a la actual generación, que no cree en el ayer horrendo, que no espera nada ni del hoy ni del mañana, si no es el placer que puede adquirirse, comprarse:
El dios dinero. 
Aún al precio de los propios hijos. "

"Las embajadas extranjeras también tienen su cuota de responsabilidad en la impunidad  de la explotación infantil. En todos los casos en que un extranjero es detenido por pederasta la primera preocupación de su embajada es que salga del país. En la práctica, su impunidad.Usan su capacidad de presión, al ser sus países donantes de la ayuda exterior vital para la economía camboyana, para obtener la libertad de sus nacionales. 
La praxis es sórdida: la policía detiene, a veces por soplo del propio progenitor, pasa el caso al juez y comienza el mercadeo por el que el padre (menos), el juez (más) y el "broker" o policía (la parte del león) negocian la libertad bajo fianza del pederasta a quien, deportivamente, le dan cuarenta y ocho horas de gracia para que desaparezca".

"Echemos una mirada a la tragedia del SIDA en este país.
Camboya fue territorio virgen de esta plaga hasta 1992. La guerra, el telón de sangre y terror pol-potiano aislaron de todo al pueblo mártir, también del SIDA.
En 1992, 16000 soldados de todos los continentes, de la más diversa procedencia, y 6000 policías y civiles de la administración de la ONU llegaron al páis. Y con sueldos en los escalones más bajos de 130 dólares diarios, más de lo que ganaba un Ministro camboyano en un mes. Veintidos mil hombres jóvenes, aburridos y poderosos generarían la oferta equivalente a la demanda de su apetito sexual.
Pero claro, la hipocresía criminal de los burócratas de la ONU prohibió que se hiciera el elemental análisis de HIV que protegería de la infección a la inocente población camboyana.
Hoy Camboya, en sólo 10 años (hablamos de 2001), ha alcanzado el índice de contaminación por SIDA más alto de toda Asia, mayor incluso que el tailandés o filipino, con un turismo sexual de rancio abolengo. El 40 % de las prostitutas lo padecen".

Yo añadiría, para acabar por hoy, lo que el propio Javier Nart comenta a raiz de una charla con una joven prostituta en Bangkok :

"En Tailandia (como en Camboya y Laos) la rama del budismo más preponderante es la escuela Theravada (Vía de los Mayores), que posee la inmensa ventaja para todo este repugnante trapicheo de santificar, de reconocer el poder constituido (desde el padre hasta el gobierno corrupto) como una emanación de la divinidad.

Para el budismo somos hoy la consecuencia de lo que fuimos ayer en vidas anteriores, y mañana seremos la cristalización de aquellas y éstas. Por consiguiente, un hombre poderoso no es un acccidente de la genética o de la sociedad, sino el resultado de pretéritas vidas en las que la virtud ha dado como consecuencia un disfrute presente de estatus y riquezas. Y asimismo, la pobreza, la enfermedad, la miseria, el sufrimiento es el peaje, el purgatorio hoy de los pecados y quebrantos morales del ayer y antesdeayer.

Si, además, se nace mujer, ser evidentemente inferior al hombre, el círculo se cierra y así las niñas adolescentes-prostitutas entienden que su sórdido presente es la prueba que deben pasar por el mal que hicieron anteriormente y se proyectará en un futuro mejor en su próxima reencarnación. Y así aceptan y aceptarán su calvario y cumplen o cumplirán con su deber de respeto y asistencia a sus propios padres que las venden y prostituyen. Si además reúnen algún dinero para darlo como limosna a los monjes de su localidad, la santidad está garantizada y su karma las reencarnará en una próxima vida esplendorosa y lógicamente masculina.

La religión-filosofía del budismo sirve para armonizar, incardinar, la más primitiva explotación en un monstruo que debemos denominar "paz social": la aceptación sin rechistar de un destino brutal".


(continuará

5 comentarios:

Carol dijo...

Me parece muy fuerte el tema de la prostitución infantil, como siempre, no dejas de sorprenderme con los datos que aportas sobre éstas atrocidades. Que las embajadas se preocupen antes de sacar al occidental que en que pague por lo que ha hecho demuestra lo difícil que va a ser acabar con ésto.

Viola Tricolor dijo...

Sí, es espeluznante, no sólo por los clientes sino por los padres de los niños, está muy bien explicado en lo que nos has puesto. nos dejas sin palabras. un beso.

J Luís dijo...

Carol, en el caso de los occidentales, ya existen bastantes acuerdos entre paises, pero son papel mojado, ya quela corruptela local impide que se lleguen a aplicar. Más problemáticos son los paises del entorno (Tailandia, Corea, incluso Japón)financiadores de infraestructuras y con carta blanca para hacer aquí lo que no les permiten en sus territorios.

Viola,es costumbre que los padres que han cedido a sus hijas a la prostitución acudan periódicamente a los proxenetas a reclamarles más dinero: a veces lo consiguen y si no, reciben como pago en especies sexo con chicas:las hijas de otros padres como ellos.

Os mando besos desde JPD

Patyclau dijo...

Sinceramente es espantoso, pero si desde la base, desde la familia todo esta corrompido,por cultura o religión, ¿QUE PODEMOS HACER?
Un horror.

J Luís dijo...

Cualquier intento, Patyclau, de mejorar las cosas, y digo intento, pasa por aumentar la educación, la cultura y la conciencia individual.