
Una de las (escasas) alegrías musicales de este año ha sido el retorno, largamente esperado, de Kathryn Dawn Lang con "Watershed" (Nonesuch, 2008), su nuevo -y autoproducido por vez primera- trabajo discográfico con composiciones propias.
El anterior fue el espléndido -y ya lejano- "Invincible summer" (Warner Bros, 2000).
En medio quedó "Hymns of the 49th Parallel" (Nonesuch, 2005) , su particular tributo a un selecto grupo (Leonard Cohen, Joni Mitchell, Neil Young, Jane Siberry, Ron Sexmith) de compatriotas canadienses; recibido por la crítica con disparidad de opiniones, a mí aún me reconforta en mis días más compungidos .
"Watershed" no descubre nada que no conozcamos ya sus seguidores.
11 nuevas canciones, envueltas en etéreos arreglos (suaves orquestaciones, guitarras slide, banjos, vibráfonos, etc) que crean un ambiente suspendido, como de duermevela, sobre el que la maravillosa voz de K.D despliega su encantamiento.
No voy a destacar ninguna de sus canciones sobre otras, es un trabajo que se paladea mejor en conjunto, que acompaña igual en una calurosa tarde de estío que en una gélida mañana de invierno.
Tan solo volver constatar que K.D. es dueña y señora de un estilo al margen de modas y tendencias, sabio, perdurable, atemporal.
Que no lo había dicho aún ? Perdonenme.
K. D. Lang es una de las más grandes cantantes de todos los tiempos.
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