miércoles, 24 de diciembre de 2008

Navidad



Gente con prisa, gente corriendo. Multitudes que empujan y se te llevan. Embotellamientos, atascos, ruido ensordecedor de claxons. Discusiones de tráfico. Colas para sacar dinero en los cajeros automáticos. Colas para pagar en las cajas registradoras de las tiendas. Niños llorando, arrastrados por sus padres. Padres angustiados estirando de sus hijos. Caras malhumoradas. Parejas , matrimonios, familias que discuten en la calle, en los comercios, en las casas.

No cabe la menor duda: la Navidad ya está aquí.

Perdonenme el irónico retrato anterior; tan sólo era una forma de empezar esta entrada.
En realidad, a mí me encanta la Navidad.
Ya sé que hay muchos argumentos -que se repiten año tras año- para denostarla.
Que si es una celebración consumista, que si en el mundo hay gente que lo pasa mal , que si hay que fingir alegría, que si producen tristeza, etc, etc.

No seré yo el que les quite la razón a los que así piensan.
Ya sabemos que no vivimos en el mejor de los mundos.












Pero al menos, durante unos días, las ciudades se sacuden de encima la capa grís, se visten de gala y explotan en luz y color.
Además, en la gente existe una voluntad general de agradar que se echa a faltar durante el resto del año .

No es un mundo mejor, pero puede llegar a parecerlo.

Y además están los Reyes Magos ( ya les hablaré de ellos en otra ocasión), y ese intruso vestido de rojo que quiere destronarlos, y los villancicos, y las comidas familiares ...

A mí , la Navidad me trae ecos de una inocencia lejana, lujosamente envueltos en papel satinado.

No hay comentarios: