En Japón, la realidad a menudo supera cualquier idea preconcebida que albergues.
Cuando viajé a Nara, lo único que conocía de esta ciudad era que había sido la primera capital de Japón en el medioevo, que varios de sus templos estaban considerados Patrimonio Mundial por la UNESCO y que por su parque principal deambulaban en libertad multitud de ciervos. Pensé "¡Guau, ciervos sueltos!", esperando tener suerte y encontrarme con alguno.
Los ciervos shika del parque de Nara ya no son legalmente divinos, pero son considerados Tesoro Nacional, por eso están protegidos. En la antiguedad, en el periodo anterior a la llegada del budismo, se les consideraba sagrados y matar a uno de ellos estaba penado con la muerte.
La foto que abre esta entrada está hecha con truco, no mío, sino del fotógrafo que aparece en ella. Segundos antes de inmortalizar con su cámara a ese venerable grupo de visitantes, esparció delante de él pedazos de galletas para ciervos (shika-sembei) con el fín de congregar al mayor número posible de éstos delante de su objetivo .
De los templos ya les hablaré en otra ocasión.
1 comentario:
A mi más que los ciervos (que también), el que me ha gustado es el niño. Y bueno lo de la foto primera ya me parece graciosa de por si, asi que ya ni te cuento después de leer lo de la comida ;)
A mi me fascina leer cosas sobre Japón, son tan distintos. Espero el post de los templos que me llaman mucho la atención, ya les he echado un vistazo buscando fotos en flickr.
Besos.
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