sábado, 29 de mayo de 2010

Kampuchea


Aterricé el pasado sábado en Barcelona después de pasar 15 días en Kampuchea, el reino de Camboya .
Cuesta reingresar en la cotidianeidad una vez estás de vuelta del otro confín del mundo.Dos días intentando reajustar el sueño y el cansancio del desfase horario y varios días más intentando ponerme al día en mi trabajo.
Qué difícil cuando la cabeza todavía está a más de 10000 kilómetros del lugar físico que ocupas, llena de imágenes, de olores, de sensaciones...

Enfangados búfalos de agua, tuk tuks en contra dirección, one dollar babies rodeándote al bajar del coche, una araña en mi camiseta, arrozales de un verde cegador entre la sequedad, flores de loto y jacintos de agua, ver ponerse el sol desde un barco en el Mekong, cielos inmensos, inabarcables; adelantamientos imposibles en carreteras atestadas, motocicletas sobrecargadas de todo y de todos, el intenso olor a durián en mercados de mortecina luz, el poblado flotante de Chong Khneas, calor abrasador, humedad infinita, la emoción y el dolor de Tuol Sleng, la dignidad de los lisiados, el ocre y anaranjado de los atuendos de los monjes, templos sobrenaturales -los imponentes Bayon y Angkor Wat (¿recuerdan “In the mood for love” y su final en este templo?), el rojizo Banteay Srei, el fantasmagórico Tah Prom, la puesta de sol en Pre Rup, el boscoso Sambor Prei Kuk; el encanto provinciano de Battambang, su estremecedora estación de trenes abandonada y el pintoresco recorrido en el tren de bambú; la fuerza arrolladora de Phnom Penh y la aventura de atravesar sus calles (elefantes incluidos), las islas de Sihanoukville aún no devoradas por el desarrollismo voraz, cenar bajo una tormenta de rayos y relámpagos en la playa de Serendipity, el delta del Ream National Park y sus pescadores de camarones y ostras, la cerveza Angkor, los noodles y el arroz frito, las frituras de insectos y serpientes, los niños de los poblados, la seriedad y compromiso de los camboyanos, su entereza y amabilidad pese a la penuria y, sobre todo, sus ojos y sus sonrisas inolvidables


3 comentarios:

Bea dijo...

En cuanto tenga un ratito me pongo a buscar todos esos sitios en el flickr, que mal, no me acuerdo del templo del final de in the mood for love, me da mucha envidia ese atardecer y haber probado frituras de bichitos. Así todo condensado tiene pinta de haber sido un viaje impresionante. Espero que te estes aclimatando lo mejor posible, lo de volver es lo peor. Besos.

J Luís dijo...

Hola, Viola. ¿Has podido descansar de tanto concierto? espero que sí.
En cuanto a Angkor Wat y "In the mood for love" no te preocupes, que tengo en mente escribir una entrada. Lo de los bichos ya no es para envidiar tanto (yo he probado grillos y arañas y me quedé con ganas de serpientes que, una vez hechas, parecían pescaito frito). Muchas gracias por tus buenos deseos y espero que vuelvas a escribir pronto en tu blog. Muchos besos.

Viola Tricolor dijo...

La verdad es que no mucho! y todavía es martes... que bien, in the mood for love es mi peli preferida de los últimos tiempos. Además casualmente llevo días queriendo volver a verla, me fijare en el templo. Lo de las arañas creo que no podría :p
Besos.