En Connemara rodó John Ford su deliciosa "El hombre tranquilo /The Quiet man" en 1952; en Connemara desaparecía Michel Djerzinsky, el científico que cambiará el mundo en "Las partículas elementales" (1998, Anagrama, 1999), el imprescindible clásico de Michel Houellebecq y uno de mis libros de cabecera, y en Connemara desarrolló la trilogía de Leenane el joven y brillante dramaturgo irlandés Martin McDonagh (ver "Chico malo" en este blog).
No guardo muy buen recuerdo de mi viaje a Irlanda, hará ahora 10 años: una ruta excesivamente larga (si van alguna vez les aconsejo que prescindan del tramo entre Dublín y Cork y comiencen su ruta directamente desde la segunda), climatología pésima ( el "Ring of Kerry", uno de los recorridos paradigmáticos de la isla, lo efectué conduciendo sumergido en una niebla espesa como un puré), estrechas e interminables carreteras encajonadas entre muros de piedra, etc, etc...
Sin embargo, cuando recuerdo los buenos momentos ( la península de Dingle, los acantilados de Moher, los pubs de Sligo) siempre me viene a la cabeza en primer lugar conducir a través de Connemara, de su Parque Nacional, recorrer la costa por el Sky Road, dejarme embargar por la inmensidad de su paisaje embrujado y la luz irreal que lo bañaba ocasionalmente.
Curiosamente, guardo pocas fotos de mi paso por aquel territorio y las que tengo no le hacen justicia y básicamente sirven para dejar constancia del turbulento clima del momento, pero en cambio sigo poseyendo la sensación, cien mil veces más poderosa que cualquier imagen, de que algún tipo de fuerza me conecta con aquella tierra y tarde o temprano hará que regrese a ella.
Sí, en Connemara, como en Islandia, pude llegar a pensar en un final de trayecto, en una Arcadia deseada, en la existencia de algún Dios pletórico y esquivo.
No guardo muy buen recuerdo de mi viaje a Irlanda, hará ahora 10 años: una ruta excesivamente larga (si van alguna vez les aconsejo que prescindan del tramo entre Dublín y Cork y comiencen su ruta directamente desde la segunda), climatología pésima ( el "Ring of Kerry", uno de los recorridos paradigmáticos de la isla, lo efectué conduciendo sumergido en una niebla espesa como un puré), estrechas e interminables carreteras encajonadas entre muros de piedra, etc, etc...
Sin embargo, cuando recuerdo los buenos momentos ( la península de Dingle, los acantilados de Moher, los pubs de Sligo) siempre me viene a la cabeza en primer lugar conducir a través de Connemara, de su Parque Nacional, recorrer la costa por el Sky Road, dejarme embargar por la inmensidad de su paisaje embrujado y la luz irreal que lo bañaba ocasionalmente.
Curiosamente, guardo pocas fotos de mi paso por aquel territorio y las que tengo no le hacen justicia y básicamente sirven para dejar constancia del turbulento clima del momento, pero en cambio sigo poseyendo la sensación, cien mil veces más poderosa que cualquier imagen, de que algún tipo de fuerza me conecta con aquella tierra y tarde o temprano hará que regrese a ella.
Sí, en Connemara, como en Islandia, pude llegar a pensar en un final de trayecto, en una Arcadia deseada, en la existencia de algún Dios pletórico y esquivo.
6 comentarios:
Q pena, tenía el ojo echado a esta peli, Stephen Rea además es un actor que me suele gustar siempre y que le da un plus de calidad a las películas, además me apasiona Irlanda, y eso que aún no he podido ir, he leído muchísimo sobre el país y sus escritores están entre mis favoritos, por no hablar de los paisajes, su historia... Definitivamente tengo que ir a Irlanda. La peli me parece que va a acabar siendo carne de descarga :)
Yo le tenía muchas ganas a ese viaje y me quedó el regusto de lo que pudo ser y no fue del todo, una especie de cuenta pendiente. Espero que puedas ir allá pronto y nos lo cuentes, Carol. En cuanto a la película, no es desdeñable, ni mucho menos, lo que pasa es que a veces tienes tanta predisposición a que te guste algo que si no te sientes colmado, sienta como un fracaso, pero como digo le da veinte vueltas a la mayor parte de la cartelera.
después de teclear una palabra que nada tiene que ver con tu blog, descubro una casa con el tejado de hierba y decido cotillear a dónde he de viajar para disfrutar de semejante belleza. Noruega. Descubro eso y más y me alegra la mañana y descanso del trabajo acumulado y por eso te doy las gracias, siempre es una sorpresa descubrir blogs como el tuyo. Lo agrego a favoritos y ya tengo un escondite al que regresar cuando quiera desconectar y conocer....
Gracias y buena mañana.
N
Para Anónimo: Bienvenido a Japandia.Siempre es un placer descubrir que hay alguien ahí a quien le interesa lo que encuentra en sus orillas. Por mi parte, le estoy muy agradecido por sus palabras y espero volver a verle por estas costas. Un saludo afectuoso.
Qué bonito tu final de post :), a mi es un viaje que me atrae mucho, ese y escocia. un beso! lastima que no tengas fotos, nos quedamos con tus sensaciones.
Ambos son muy recomendables, Viola. En Irlanda tuve algo de mala suerte, pero en Escocia (de la que algún día hablaré por aquí) disfruté lo indecible, prescindiendo del descenso típico desde Inverness y conduciendo hasta el extremo norte del país, con unas playas arrebatadoras
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