domingo, 6 de febrero de 2011

Nuestro tesoro ( y 3)


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Estás en el interior de una furgoneta climatizada, convenientemente hidratado gracias a las botellitas de agua fresca precintadas que te suministran constantemente tu guía y el chofer. Por la ventanilla, observas el exterior sofocante. Estás llegando a tu destino, llamese palacio o templo, y ya puedes verlos: decenas de niños, niñas y adolescentes se concentran en las inmediaciones de tu destino, esperándo a gente como tú. En cuanto detectan la presencia de tu vehículo corren hacia él y pegan sus caras en el cristal de la ventanilla, ya valorando el número, sexo, edad y procedencia de los ocupantes. Deslizas la puerta corredera para bajar y te ves inmediatamente rodeado de chavales cargados con kramas (típicos pañuelos camboyanos), imanes, falsificaciones de guías turísticas, manualidades y artesanías varias."What´s your name ?", "Where do you come from?", " Is she your wife? ", "Two, one dollar".Llevo puesta una camiseta con una hoja de arce estampada, adquirida en la isla Vancouver: "¿Are you canadian?". En cuanto abres la boca detectan inmediatamente tu procedencia y surgen las frases en castellano. Te quedas sorprendido de la diversidad de idiomas y  riqueza de vocabulario que manejan, del descaro con que emplean todo tipo de tácticas comerciales. Acabas con un niño/a asignado/a que te acompaña hasta la entrada del lugar de visita y te pide que le recuerdes a la salida, que el/ella se acordará de tí. Y es cierto, al salir ya lo tienes pegado a tí  hasta llegar a la furgoneta. Nunca olvidaré la niña que me tocó a la salida del Neak Pean y sus sucesivas ofertas: "two for one dollar", "three for one dollar", "five for one dollar", y la definitiva ante mi negativa insistente, "five for one dollar...including me", que me hizo reir al momento ante tamaño encanto y desparpajo para después, una vez en ruta, dejarme inquieto, reflexionando.

Recuerdo los consejos de las guías turísticas: "nunca les des dinero, fomentarás la mendicidad", " si das algo a un niño, dale lo mismo al resto del grupo", "piensa que si das algo a los pequeños, los más grandes pueden después quitarselo con violencia"... consejos sabios, justificados, pero muy difíciles de cumplir al pie de la letra cuando tienes ante tí esos ojos, esa miradas ante las que no puedes simular estar hecho de piedra, que te hacen sentir lo más despreciable sobre la faz de la Tierra.


Le pregunto a Samuel, nuestro guía, si estos niños no deberían estar en el colegio. Hemos visto otros días, a esas mismas horas de la mañana, las aulas de las escuelas de los templos budistas repletas de niños. Samuel nos dice que sí que estudian ( no nos dice cuando) y que estos niños suelen ser los hijos del personal que trabaja en el templo, o de sus vigilantes y policias, obteniendo de esta forma una ayuda extra para el hogar. Si existe una mafia que los explote, me es desconocido, pero no es en absoluto descartable. 

Ser niño en Camboya, como en tantos otros paises pobres, puede ser, es una auténtica putada.

Visité la Apsara Arts Association, en Phnom Penh, una asociación dedicada a promover y enseñar el arte y la cultura de Camboya a los camboyanos y al mundo entero. Es muy importante recordar que el genocidio perpetrado por los jémeres rojos acabó con la vida de varias generaciones de personas, entre ellas médicos, profesores, técnicos, artistas, etc, cualquiera que poseyera el saber en cualquier tipo de materia. 
En Apsara también se ocupan de huérfanos e hijos de familias pobres, proporcionándoles alojamiento, alimentos y enseñanza. Allí pude ver como estos jóvenes camboyanos aprendían a tocar instrumentos autóctonos y a bailar danzas tradicionales, algunas de ellas de alta carga simbólica y muy ligadas a la vida campesina.



En Siem Reap, estuve en Les Chantiers Êcoles, en una de sus escuelas-talleres, especializada en la enseñanza de técnicas de talla en madera y piedra a jóvenes sin escolarizar de 18 a 25 años, provinientes de ámbitos rurales y con aptitudes para el aprendizaje. Posteriormente, las tiendas de artesanía de calidad Artisans d´Angkor, asociadas a Les Chantier Êcoles, les contratan, ofreciéndoles integración social, profesional y económica. Los productos de Artisans son preciosos y sabes que han sido elaborados bajo un programa de desarrollo y formación destinado a la juventud más desfavorecida.

Por toda Camboya, paulatinamente, surgen iniciativas sociales y empresariales destinadas a evitar que la infancia y la juventud, su tesoro, nuestro tesoro, acabe cayendo en las redes marginales de la prostitucíón, la drogadicción y la delincuencia. Cuando viajas a un país como éste, puedes hacerlo como mochilero o dentro de un paquete organizado.  En mi caso, era un paquete de 13 días más dos días (opcionales) de extensión a las playas de Sihanoukville; de los pocos paquetes disponibles (cuesta encontrar a Camboya como destino exclusivo, sin combinarlo con Tailandia o Vietnam) elegímos éste porque era el que más cuidaba la vertiente social e incluía visitas a varias ONG´s. Afortunadamente, por las fechas y por haber pedido un guía de habla castellana, dispusimos todo el viaje de un guía y un vehículo privado (eramos sólo 4, más guía y chofer) lo que nos permitió examinar más de cerca la realidad del país.
En las guías turísticas, si son buenas, suelen constar los hoteles, comercios, tiendas, restaurantes, asociados a campañas de desarrollo de Camboya y los camboyanos promovidas por entidades no gubernamentales.
Nuestro pequeño granito de arena, como turistas, debería ser utilizar esa información para que nuestros bienvenidos dólares acaben encauzados en algo provechoso, sirvan de pequeñas semillas para que a nuestra marcha Camboya pueda seguir labrándose poco a poco un futuro ajeno a la miseria y la explotación humana en todas sus vertientes.  

6 comentarios:

Dorothy dijo...

¡Cómo te entiendo! Hace poco estuve en India y me pasó lo mismo. Se me hacía durísimo no poder nada a los niños, que no pedían nada...

J Luís dijo...

Hola, Dorothy. Yo me he quedado sólo con los niños, pero es impresionante el número de tullidos a causa de las minas antipersona (una lacra que tardará años en erradicarse de todo el territorio) ofreciéndote libros sobre la guerra y tener que decirles que no, que lo sientes.
Y de nuevo esa sensación de ser un tipo ruín.

Viola Tricolor dijo...

Hola J Luís, a mi se me haría muy duro incluir en un viaje visitas así aunque por otra parte puede que sea también una manera de ver un poco de luz e ilusión y una salida para esa gente.
Muchos besos.

J Luís dijo...

Hola, Viola. No te creas, a tí te sirve para conocer un poco mejor la realidad del país y ver que hay iniciativas para intentar cambiar su realidad y a ellos para ver que su esfuerzo tiene un eco más allá de su entorno más inmediato.

Carol dijo...

Me ha gustado mucho esta entrada, ha sido muy emocionante leer cómo viviste en primera persona estas experiencias. A veces lo vemos en televisión, leemos sobre ello, pero siempre con una gran distancia de por medio, que alguien que ha estado allí lo cuente como lo haces tú, hace que la experiencia sea más cercana.

Es terrible la miseria y desigualdad que hay en el mundo, y cuando vas a este tipo de países, la impotencia que sientes al no poder hacer todo lo que quisieras por ayudarles. Por lo menos, un granito de arena si dejas, y grano a grano, se puede hacer algo.

Un abrazo

J Luís dijo...

Hola, Carol. Eso es lo que se intenta, pero cuesta dejar de pensar en que podrías hacer más.