martes, 22 de julio de 2008

23 años



Uno de los ACONTECIMIENTOS -sí, así, con mayúsculas- musicales del pasado año fue la reedición de "Steve McQueen" de Prefab Sprout.

A quienes no conozcan esta joya, publicada en 1985, decirles que fué el segundo álbum del grupo y que instantáneamente se convirtió en un clásico, en ejemplo atemporal de perfección pop.

Sólamente por ser reeditado ya habría motivos para la celebración, pero es que además vino acompañado de una remasterización efectuada por Thomas Dolby, el mago del sonido que produjo la grabación original.
Y, por último, la guinda del pastel, un CD adicional donde Paddy McAloon, cantante y autor de los temas, reinterpretaba y reinventaba en clave acústica 8 de las 11 canciones originales.
Esto ya fue para que arrojaramos los sombreros al aire y empezaramos a pensar en que sí, es verdad, existe alguien allá arriba.

Mucho se ha hablado y escrito, y por gente más capacitada que un servidor, sobre esta hermosa pieza maestra.
Así que les explicaré que amo la música, que si tuviera talento y aptitud me gustaría cantar y componer como lo hace Paddy, que descubrir "Steve McQueen" a los 21 años me hizo parte de lo que soy ahora , que pocos discos he escuchado tantas veces en mi vida como éste, que la secuencia formada por "Bonny", "Appetite", "When love breaks down" y "Goodbye Lucille #1" constituye uno de los momentos más emocionantes de la Historia de la música pop...

" 8 de Octubre de 2007. Llueve sobre Kyoto.
Absolutamente prendado, abandono Kamigamo Jinja y decido ir caminando hasta Daitoku-ji.
Son unos 30 minutos de caminata suave y placentera.
Finas gotas de agua resbalando por mi piel y ese olor a kinmokusei de Kyoto, invadiéndome el alma.
En mis oidos, Paddy canta "Bonny"...y yo me uno a él:


I count the hours since you slipped away / I count the hours that I lie awake /
I count the minutes and the seconds too / All I stole and I took from you
But Bonny don't live at home, he don't live at home
Quienes se lo cruzaron, no pudieron evitar quedarse mirando a aquel pobre gaijin que cantaba penosamente bajo la persistente, incesante lluvia.

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