martes, 23 de septiembre de 2008

Cerrar el grifo

"Y en España, qué ?", se preguntaran ustedes.

Aquí ? aquí no pasa nada.
Los bancos españoles gozan de una salud exquisita.

Manejan un elevadísimo margen de negocio; año tras año, ya sea en períodos de crisis o de bonanza económica, presentan un porcentaje de incremento de beneficios de 2 dígitos; si por algún motivo, esa tasa de crecimiento desciende ligeramente, siempre están dispuestos a sacarse de la manga una nueva comisión o un nuevo cobro por un servicio que antes hacían ¿gratis ?

Pero han llegado tiempos difíciles, y las entidades financieras han decidido cerrar el grifo.
Completamente.

Quedan lejanos los tiempos en que la banca aplicaba una ética ( quizá ética sea una palabra demasiado noble para un banco, digamos que aplicaban escrupulosamente el cálculo de riesgo) que les impedía prestar dinero sin un aval sólido, o permitir una deuda hipotecaria que generara un pago que rebasara el 40 % de los ingresos del tomador (el umbral de la pobreza, lo llamaban), o que éste se endeudar a más de 15 años, o financiar más del 80% del precio de tasación de una vivienda.

Un día decidieron abrir el grifo. Primero tímidamente, después con total descaro.

Ellos son los instigadores y principales beneficiarios del brutal despegue del sector de la construcción como principal motor económico en este país.
Si tradicionalmente una vivienda había sido una buena inversión, ahora era un gran negocio. Y todo el mundo se apuntó a sacar partido de eso

En un contexto de tipos de interés bajos los españoles empezaron a acudir en masa a las entidades bancarias y éstas comenzaron a dar todo tipo de facilidades: financiación al 100 % del valor de la vivienda , cuotas mensuales engañosamente bajas y conseguidas a base de aumentar el plazo de la devolución de la deuda, rehipotecas poco rigurosas, prestamos personales sin necesidad de aval, etc, etc.

Practicamente todo lo que se construía se vendía de antemano, sobre plano. Y como había tanta demanda, los precios empezaron a subir, y a subir, y a subir. Comenzó a ser habitual que una vivienda para entregar ya hubiera tenido varios compradores, habiendo sacado todos ellos grandes beneficios en muy cortos períodos de tiempo. La demanda seguía sin caer, los precios seguían subiendo. Para que los españoles pudieran seguir endeudándose, se continuó aumentando los plazos de devoluciones de los prestamos, y se construían más viviendas, y los precios seguían subiendo...

El español medio empezaba a acariciar la idea de pertenencia a una clase media triunfadora, simbolizada en la posesión de una casita con jardín, un vehiculo todoterreno en el garaje y un televisor de plasma, de 42", en el salón.
Donde no llegaba su sueldo (que cada año cundía menos) llegaba el banco con su financiación "generosa": si hacían falta x millones, se pedía x + 10 y con eso se compraba el todoterreno, los muebles de la casa, el plasma y se iba de viaje en verano al Caribe o a Asia. Y la cuota que quedaba a pagar ?, "bueno, con 2 sueldos y a devolver en 40 0 50 años, sin problemas... y si no, ya se apañará el que venga..."

Pero esta espiral loca se hizo insostenible.
Por qué ? porque la financiación es un espejismo si los sueldos y el trabajo no acompañan, y los sueldos en este país son míseros y el trabajo cualitativo, escaso.
La gente ya no se podía endeudar más, empezó a crecer la morosidad, y los bancos -que ya empezaban a ver nubes grises en el horizonte- decidieron el pasado año que ya era hora de cerrar el grifo .

De repente, nos dabamos de bruces con la más cruda realidad, y, como en "La cenicienta", la brillante carroza se volvía triste calabaza. El cristal del espejo, ese donde nos veíamos aspirando a ser una clase media con posibilidades, hecho añicos.

Nos va a costar mucho levantar la cabeza, y muchos vamos a caer por el camino.
Pero no, no se preocupen por los bancos.

Ellos siempre han sabido salir adelante.


(Les recomiendo fervientemente, si no lo conocen, que lean este brillante artículo del humorista Forges, publicado en el diarío "El País", el 2 de mayo de 2006: "La nómina de mi padre". No encuentro mejor forma de explicar lo que ha ocurrido con la vivienda en este país)

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