martes, 3 de febrero de 2009

La luz que llora


Hay veces que el mundo decide dejar de decepcionarnos por un instante y nos regala pequeñas alegrías, momentos paladeables, combustible precioso para continuar la travesía vital con esperanza y una cierta sensación de justicia.

Ayer, revisando la lista de los 10 discos más vendidos en España, saboreé uno de estos momentos: en el segundo lugar, entre Orejas y ex-Orejas de Van Gogh, Luisfonsis y Melendis, estaba "The crying light" , la maravillosa tercera entrega de Antony & the Johnsons, en mi opinión el primer gran disco de 2009.

Para mí resulta toda una satisfacción que un artista de las caracteristicas de Antony Heggarty reciba el éxito que merece.No soy de los que piensan que debe haber una música selecta para escuchar a escondidas, o para disfrutar en círculos minoritarios. No creo que un artista deba arrastrar un aura de malditismo para tener credibilidad. La música es buena o es mala, y si es buena, es una lástima que no llegue al mayor número de gente posible.

La de Antony y sus Johnsons reune todos los requisitos para ser considerada un "producto dificil" para el gran público: música de cámara de raices blues, gospel y soul, construida sobre un armazón de piano y cuerdas de funebre belleza, letras tristes y dolidas sobre temas a veces incómodos, servidas por la nada convencional pero prodigiosa garganta de un cantante de imagen andrógina e inquietante.

Pero como los decía al principio, a veces los milagros existen, y hete aquí que un personaje condenado a la condición de artista torturado para deleite de un puñado de snobs ve como su "Hope there´s someone" empieza a aparecer en películas y anuncios publicitarios, como su segundo largo ,"I am a bird now" (2006), recibe un Mercury Prize (el Grammy inglés) , y como todo el mundo (la islandesa Björk, Rufus Wainwright, Marc Almond, Lou Reed, Bryan Ferry, Franco Battiato... la lista es interminable) comienza a hablar bien de él y a quererlo en sus discos. Por si todo esto fuera poco, el pasado año, en una brillante e inesperada pirueta, reaparece transmutado en rey de las pistas de baile, dentro del proyecto Hercules & Love Affair, y nos regala "Blind", una de las mejores canciones de 2008.

En "The crying light", vuelve a darnos todas las razones que necesitamos para quererle.
En la portada, Kazuo Ohno, el ya centenario bailarín japonés de butoh, a quien Antony dedica el disco. En el interior, ajena al bullicio mediático que la rodea, desde un cielo que no es el nuestro, su música.
Igual de pura, insobornable, exigente.
Diez nuevos lamentos balsámicos, que duelen igual que curan;
luz y femineidad para salvar a este pobre planeta.

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