La conocí el primer día de mi regreso a Japón.
Poco podía imaginar yo que, a las pocas horas de haber aterrizado en el país, estaría compartiendo mesa con dos mujeres fantásticas.
Yuri era una de ellas.
Posteriormente, coincidimos en 5 ocasiones más.
Las recuerdo perfectamente todas, especialmente la excursión para ver el Fuji-san.
Ella nunca lo supo, pero ese día, el peor que pasé en Japón, sus palabras y su amabilidad actuaron como bálsamo para mi dolor.
Yuri se casa este sábado.
Tan sólo quiero desearle toda la felicidad del mundo, y que sepa que en Barcelona, en la otra punta del mundo, tiene un amigo que se acuerda de ella
Omedeto, Yuri !!!
martes, 10 de febrero de 2009
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