miércoles, 25 de marzo de 2009

Una nueva vida


Sucede en “Los abrazos rotos”.

Mateo y Lena, amantes furtivos, huyen de Madrid y se refugian en la isla de Lanzarote. Allí van a pasar los mejores días de su relación amorosa, antes de su cita con el destino.
En una visita a El Golfo, Mateo toma una foto de la playa.
La que ven ustedes al comienzo de esta entrada.
En ella, la playa casi desierta. Tan sólo una pareja de enamorados, abrazándose sobre su grís arena.
Años después, Mateo contempla esta foto y sus recuerdos le devuelven a Lanzarote, y piensa que aquellos amantes anónimos de la playa eran realmente él y Lena.

Este es uno de los típicos juegos de espejo entre ficción y realidad que Pedro Almodovar utiliza en sus películas.

Esta fotografía fue tomada por el propio Almodovar en su primera visita a Lanzarote, hace nueve años. Al principio, la presencia de la pareja en la imagen le pasó inadvertida, pero cuando la descubrió acabó convirtiéndose en una especie de obsesión para él, hasta el punto de llegar a dotar a esos enamorados sin nombre de una vida antes y después del instante capturado, y de convertirles en los protagonistas de su última película.

Por mi parte, decirles que esta pequeña historia, y el hecho de que ocurra en Lanzarote, me parece uno de los grandes aciertos de "Los abrazos rotos".
Y es que en Lanzarote no cuesta nada pensar en dejar todo atrás, en vivir otra vida.

Lo sé por experiencia.

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