jueves, 5 de noviembre de 2009

Hasta siempre, José Luís

Nunca en horas de clase” es una película de 1978, dirigida por Jose Antonio De La Loma, que pretendía ser la respuesta hispana a la americana “Saturday Night Fever” (1977), realizada por el entonces prometedor John Badham. Cronológicamente, entre las dos películas hay tan solo un año, pero en su forma y en su fondo existe todo un abismo, no solo cinematográfico, sino también moral y ético.
La americana estaba basada en un artículo del periodista británico Nick Cohn y retrataba de forma bastante cruda la realidad de una juventud de clase trabajadora que convertía la discoteca en su única posibilidad de éxito social; la española, en cambio, era otra muestra más de cine coyuntural, pobre de medios, de ideas, de espiritu y -lo que es peor- misógino, retrógrado y reaccionario hasta decir basta.

Hace un par de meses la ví por televisión.

Ocurre a veces que algunas películas son tan, tan malas que acaban generando un disfrute directamente proporcional a su falta de calidad. No es este el caso.
Esta no hay por donde cogerla, es un cajón de sastre donde caben toda clase de desechos.

¿Qué qué se salva de la quema?
Bueno, la belleza de la prematuramente fallecida Inma de Santis, las excelentes canciones
de los New Trolls ( un veterano grupo de prog-rock italiano, reconvertido para la ocasión en una suerte de Bee Gees mediterráneos) y...
José Luís López Vázquez.


Su aparición es breve y, desde luego, no se le recordará por este papel, ese que repitió en tantas y tantas películas: el de españolito medio, feucho, pero siempre dispuesto a tirar los tejos a cualquier fémina que se le ponga a tiro. Aquí lo veremos bailando desenfrenadamente en la discoteca, dirigirse en coche a un hotel acompañado de su ligue, y una vez allí (eso ya no lo veremos), al ser rechazado, marcharse, con un gesto genial de dignidad y despecho a la par.



López Vázquez falleció esta semana a la edad de 87 años.

A estas alturas, no creo que nadie con un mínimo de sentido común pueda dudar de su calidad como actor; su filmografía está repleta de títulos olvidables, pero también hay un buen puñado de clásicos incontestables del cine español y de la televisión.
Por mi parte, yo ya olvidé algo tan deleznable como "Nunca en horas de clase"; sin embargo, nunca olvidaré la imagen de José Luís López Vázquez marchándose de la habitación del hotel, con la cabeza bien alta y echándose la corbata hacia atrás por encima del hombro, como hacen con sus pañuelos o bufandas las señoras despechadas.

Eso es ser grande.

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