miércoles, 30 de diciembre de 2009

2010

Un año más en la Tierra.
Otro año extraño, transitivo, hacia no sé muy bien donde.
En 2009 pedía claridad para nuestras vidas, las suyas y la mía.
Esperaba salir de la apatía en la que tan a menudo e indolentemente me instalo y encontrar todo lo que he ido perdiendo. Quiero llamas que prendan entusiasmos, quiero riendas que corrijan pasos, quiero caminos que merezcan ser recorridos con la cabeza alta, orgullosa, y quiero andarlos con una sonrisa estampada al viento. 
Quiero querer, y en ello voy a estar.

A ustedes, visitantes habituales u ocasionales de esta pequeña isla imaginaria, hogueras en las frías noches al raso, agradecerles la calidez que proporcionan a este aterido naúfrago y desearles que 2010  traiga a sus orillas más de lo único que hace falta, aquello que tanto se merecen: víveres para el espíritu, combustible para el alma, fuego para el corazón.

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