lunes, 11 de enero de 2010

La radio de mi madre

Miguel Poveda es uno de los más importantes cantaores de flamenco de este país.
Payo (no gitano) y de Badalona (Barcelona), ha conseguido, a base de talento, arte y riesgo, vencer las reticencias que un mundo tan cerrado como el del cante flamenco tradicional reserva a quienes no poseen etnia gitana u origen andaluz.



Miguel publicó en 2009 "Coplas del querer" (Universal), su disco (doble) de homenaje a la copla (la canción andaluza). Ese ha sido, sin lugar a dudas, su año.
La inclusión de la copla "A ciegas" (espléndidamente musicada y orquestada por Alberto Iglesias, reciente ganador del premio del cine europeo a la mejor banda sonora) en "Los abrazos rotos", el último filme de Almodovar (del que ya les hablé aquí y aquí), le ha dado el empujón definitivo en nuestro país y el reconocimiento internacional. De hecho, fué el propio Almodovar el que insistentemente animó a Miguel para que se decidiera a cantar coplas, género con el que el artista ya había coqueteado en el pasado pero al que profesa un enorme respeto.

En las notas interiores del disco, Miguel nos contaba ésto:

" No sé si lo primero que recuerdo oir de pequeño fue una copla, el caso es que esta música ya estaba instalada en mi casa cuando llegué al mundo, la oía a través de La radio de mi madre. Fue esta música la que me llevó al flamenco, aunque pienso que siempre han ido de la mano a traves de los cuplés que cantaban La niña de los peines, Fernanda y Bernarda, Caracol... "

La radio de mi madre...  con esta expresión cariñosa hace referencia Miguel a que la educación musical que recibió en su infancia salió de los labios y la garganta de su madre, en forma de coplas. Esta mujer, sin saberlo, con esa inconsciencia desprendida y generosa que poseen las madres, algunas madres, estaba plantando la semilla de un futuro artista de raza...


               
El día de Año Nuevo, mis padres reunieron en su casa a todos sus hijos para una comida en familia. Una vez tomados los postres y los cafés, la conversación, no recuerdo muy bien cómo, nos llevó a recordar como cantaba mamá. Mi padre, sin decir palabra, se levantó de su silla, salió del comedor y regresó con un radiocasete y unas cintas. Coloco una de ellas en el magnetófono, pulsó el "PLAY" y ahí estaba la voz de mi madre, hace 30 años, cantando coplas de su tierra andaluza. Todos nos quedamos callados, escuchándola, embargados por la emoción, absortos en nuestros recuerdos...
Los míos se fueron a mi infancia y a una escena: mi madre cantando en la cocina mientras preparaba la comida, y yo jugando en el lavadero, después de regresar del colegio.
Recuerdo que llenaba la pica de agua, la coloreaba con azulete para que asemejara el mar y me inventaba aventuras marinas con todos mis muñequitos, mientras que por mis oidos desfilaban, una tras otra, "Ojos verdes", "Un rojo clavel", "La bien pagá", "La niña de fuego", en su voz celestial.
Años después cambiamos de vivienda, y mi madre entró en una depresión profunda que la tuvo postrada durante una larga temporada. Dejó de cantar, y cuando volvió a hacerlo, al cabo de unos años, ya no fue con la alegría y la asiduidad de antaño.

Escuchando su voz, rejuvenecida y pletórica, emergiendo intacta del pasado, me acordé de las sentidas palabras de Miguel en su hermoso disco.
Sí, la banda sonora de mi infancia la oí, como él, en La radio de mi madre.


(Les dejo por hoy (vía Marycarmenrod) con la impresionante versión extensa de "A ciegas", perteneciente a la B.S.O. de "Los abrazos rotos", y también incluida en " Coplas del querer")



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