sábado, 11 de abril de 2009

El buen tiempo


Pronto les sucederá, si es que no les ha sucedido ya.
Ocurre cada año, invariablemente, por estas fechas.

Una mañana despiertan, abandonan la cama, toman una ducha, se visten, desayunan y cuando salen a la calle...tienen una sensación extrañamente agradable, notan que algo ha cambiado, que ese día no es como los anteriores: hay una nueva luminosidad en el cielo, todo lo que les rodea es más nítido, está claramente perfilado, es como si vieran mucho mejor que de costumbre; al mismo tiempo sienten una especie de fresca calidez, enormemente placentera, que les traspasa los poros de la piel y les inunda el cuerpo de vitalidad y de júbilo, como si de una droga maravillosa se tratara. La felicidad bien podría ser ésto.

Sí, hay un día oficial en el calendario para la llegada de cada una de las cuatro estaciones, pero es nuestro cuerpo -el de cada uno de todos ustedes- el que un día nos dice : "Ha llegado el buen tiempo"
Ese es uno de los momentos mágicos del año.

Si les tuviera que explicar lo anterior con música, este año me resultaría muy fácil, y lo resumiría con una sola canción:
"No excuses", de Air France .



Esta canción está incluida en "No way down " (Sincerely Yours, 2008), el segundo y último EP del joven dúo sueco tras "On trade winds" (Sincerely Yours, 2007), su debut. Ambos discos tienen un lugar destacado en mi banda sonora para la primavera de 2009.

En algún lugar entre The Radio Dept. y Jens Lekman (por mencionar a dos brillantes paisanos suyos -de los que les he hablado aquí y aquí-, diestros en el arte de la melancolía pop), con un uso amable de la electrónica, aplicada a un concepto de canción instrumental orientada tanto al baile como al paisajismo sonoro, Air France subliman una especie de eterna juventud elaborando un exuberante y lujurioso caleidoscopio de sonidos y aromas que saben a hierba fresca, a ducha de verano, a besos en la arena, a cometas (ay, esa portada!) en el cielo...

A mí mente acuden los días de mayo y junio, con la luz adueñándose de todo y sus largos atardeceres; o los de septiembre u octubre, con sus cielos tornasolados y encendidos.

Eso, mas que el verano en sí, es el buen tiempo para mí.
Es la promesa que precede a su llegada.
Es el recuerdo agridulce que deja tras su paso.

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