jueves, 22 de abril de 2010

Una educación necesaria

Una educación / An education” (2009), dirigida por la danesa Lone Scherfig ( Italiano para principiantes, Wilbur se quiere suicidar ) es una de mis películas favoritas de 2010 y supone el primer guión original para la gran pantalla de Nick Hornby -autor de “Alta fidelidad / High fidelity” ( uno de mis libros de cabecera)-,basándose en un artículo de la periodista Lynn Barber .


Ambientada en la Inglaterra  de comienzos de los 60, (esa que tan brillantemente retrató Ian McEwan en su espléndida “Chesil Beach”), “Una educación” narra el momento crucial de la vida de Jenny, una adolescente de extracción humilde, atractiva e intelectualmente brillante (excelente Carey Mulligan, mi opción preferida para el Oscar de este año a la mejor actriz) , que debe elegir entre buscar un incierto lugar en el sol siguiendo una tortuosa ruta de libros, estudios, becas y universidades, o dejarse llevar por la deslumbrante y disipada vida bohemia de cenas, conciertos y fiestas que le ofrece un caballero que le dobla la edad; acabar siendo como la señorita Stubbs, la profesora que la anima a no malgastar su talento, o como Helen, la compañera del amigo de su pareja, un trofeo que lucir colgado del brazo.

De la película no les cuento más , sólo dejar constancia de mi recomendación ferviente.
Lo que me ha motivado a escribir esta entrada es haber hallado el mismo tipo de comentario en dos críticas distintas de la película: en ambas se la restaba méritos por encontrar “moralista” la resolución de la historia.
Moralidad e inmoralidad, progresismo y conservadurismo, tradición y renovación, modernidad y antiguedad... ¿Dónde reside la verdad?  ¿ qué es lo bueno y qué lo malo? y, lo más importante, ¿quién lo decide?.

Decía Michel Houellebecq -uno de los más lúcidos, visionarios y demoledores escritores de los últimos 20 años- en su imprescindible “Las partículas elementales” (Anagrama, 1998) que “ la sociedad erótico-publicitaria en la que vivimos se empeña en organizar el deseo, en aumentar el deseo en proporciones inauditas, mientras mantiene la satisfacción en el ámbito de lo privado. Para que la sociedad funcione, para que continúe la competencia, el deseo tiene que crecer, extenderse y devorar la vida de las personas”.

Pienso en todos nosotros. Ahí estamos, sin hacernos demasiadas preguntas, dispuestos a pisotear lo que haga falta por disponer de un palmo más de adosado, o de 100 caballos más bajo el capó de un vehículo flamante, o de un recambio sexual más joven y atractivo que sustituya a nuestra ajada pareja. Todo en aras de la “evolución”, de la “progresión”, de la “renovación”.

Y pienso en las adolescentes de hoy día.
A pesar de los años transcurridos y de lo mucho que supuestamente hemos avanzado, su belleza o fealdad -según los arquetipos dominantes- sigue determinando, de forma harto cruel, su futuro. Las más agraciadas físicamente se ven constantemente impelidas a que saquen partido de su “ventaja”, a que no se planteen la existencia en ellas de otras cualidades. Las demás lo tienen bastante peor: constantemente avergonzadas por la existencia de las otras, acomplejadas por los mensajes primarios con que los medios las bombardean, no saben qué lugar ocupar en su entorno y acaban adoptando el modelo que se les ofrece sin oponer apenas resistencia. ¿Y cual es ese modelo?


Miren las chicas Disney y su traumática transición de niñas a mujeres, de abanderadas del consumismo adolescente a carne de cañón sexual para la hoguera adulta, en una progresión tan lógica (desde los parámetros de los ideólogos que manejan sus carreras) como brutal.
Britney Spears pasó de proclamar a los cuatro vientos su castidad (a la vez que aparecía en “ Baby, one more time” como una colegiala lasciva) a pregonar sus habilidades como felatriz, caer en el pozo de los juguetes rotos más abyectos y ser posteriormente recauchutada para que la rueda no deje de girar ; Christina Aguilera, de dulce chica con su genio en la botellita, a protagonizar “Dirrty”, uno de los clips más procaces de la Historia; y Lindsay Lohan, siguiendo la estela de Britney.
Todavía es pronto para saber que será de Miley CirusVanessa Hudgens, Demi Lovato o Selena Gomez , pero las constantes apariciones en Internet de escándalos o de material subido de tono relacionado con ellas no permite augurar nada bueno .

O si no, acudan a las estrellas pop femeninas. 
Como la veterana Madonna, que en "4 minutes" se autoobliga -de un modo patético- a demostrar c0n 51 años lo que su invitado Justin Timberlake, de 29, no necesita. O  sus herederas, las triunfadoras de las listas pop (Beyoncé, Rihanna, Shakira) reclamando para ellas la patente de mujer emancipada, actual y moderna mientras rellenan todos su videoclips de los peores ganchos sexistas y misóginos relacionados con la mujer objeto. O la aparición de un montón de niñatas, también muy "modernas" (Ke$ha, Millionaires, etc), con tan poco talento como vergüenza, que convierten sus clips en una sucesión de  fiestas locas, borracheras y revolcones.

Vaya, creo que me ha salido un texto muy "moralista".
Supongo que, si lo leyeran, no sería del agrado de esos críticos tan modernos a los que no les gustó el final de la película.
La vida es dificil, vivir es dificil, y aunque parezca que todo ha cambiado, se sigue una pauta prefijada para conseguir que nada cambie: las chicas guapas sólo sirven para alimentar la insatisfacción de los hombres y de las chicas feas.
Y ya sabemos que la insatisfacción es el motor del consumo.

Ante este panorama, el mensaje final de "Una educación" me parece tan evidente como profundamente subversivo, y absolutamente necesario hoy día para cambiar todo ésto: aunque cueste, hay que pensar, hay que aprender, hay que ser uno mismo.

Lo que nunca querrán que seamos.

7 comentarios:

Viola Tricolor dijo...

Qué sorpresa, no sabía que era la de italiano para principiantes, me encantó esa película.
Sigo sin entender lo de moralista, para mi no había otro final la verdad, si tiene 18 años!! por eso te decía el otro día lo de previsible, pero no como algo negativo. Y me encanta lo que la chica le dice a su padre al final, ahí está el quid de la película.
Me he leído un libro que se escribió en los años 50 y en el que se basa (en parte) mad men y estoy con la tercera temporada y la verdad hay cosas que siguen ahí inamovibles.
Yo llevo toda la semana pensando en como será la vida de Jenny diez años después y ójala en este caso no sea lo previsible ;)
Un beso, una gran entrada.

J Luís dijo...

A mí me regalaron la segunda temporada de "Mad men" y con ella estoy aún. Me resulta del todo fascinante, y ahí está el germen de lo que decía Houellebecq. ¿De qué libro me hablas, Viola? Leí, en una entrevista a Matthew Weiner, el creador de "Mad men" que si hubiera leido antes "Revolutionary Road", de Richard Yates, quizá no hubiera existido su serie.Te recomiendo también los documentales que la acompañan en DVD, ya que documentan, paso a paso, la transformación de la sociedad americana de la época.
Muchas gracias por lo que aportas, Viola, y besos.

Icíar dijo...

Bueno, pues yo me he quedado con esta entrada. Hay tantos videos, que al final perdí el hilo de lo que quería decir. En el de Madonna hay un error de link, me quedé con las ganas de ver a qué video te referías.

Tendré en cuenta la película, y resumiendo, no andas mal encaminado, como bien dices: ¿quién dice lo que es?

La serie de Mad Men, tuve que dejarla. ¿qué quieres que os diga? No aguantaba a los 'tipos'. Al principio estaba muy bien con eso de las técnicas de marketing, de crearte los deseos sin que el pueblo norteamericano fuese consciente.... pero al final.... whiskito para arriba, cigarrito para abajo, y damiselas como Dios manda. En fin, no aguantaba a los 'tipos' ni a las damiselas. Ahora bien, he de reconocer que está muy bien ambientada. (aunque en el apartamento por lo menos había uno que no era un cretino: Jack Lemmon)

Au Revoir

J Luís dijo...

Hola, Icíar. Muchas gracias por tu comentario. Ya está restaurado el link de Madonna (yo también me pierdo a veces con tanto enlace). En cuanto a "Mad men", tienes razón en lo que dices, sus personajes no son muy edificantes, pero van desvelando poco a poco sus claroscuros, sus miserias y fragilidades. Ese es -para mí- el gran aliciente de la serie, su maceración a fuego lento, a un ritmo al que la televisión (y menos el cine) ya no nos tiene acostumbrados."El apartamento" podría ser un buen referente para "Mad men" (hombre, Icíar, un poquito de cretinismo si que tenía el pobre Jack cediendo el apartamento a sus jefes para progresar). A mí me recuerda más a "Lejos del cielo", la película de Todd Haynes que contaba a la manera de Douglas Sirk lo que el pobre Douglas no podía contar en su época.
Un abrazo.

Viola Tricolor dijo...

Hola J Luis, no me atrevo a recomendarte el libro :p, es que es un bestseller y todo lo que he leído por ahí sobre él es malo (menos mal que lo hice después de leerlo), de rona jaffe, lo mejor de la vida, a ver si hablo de él en el blog. Un amigo me dijo lo de revolutionary road también, no lo he leído todavía.
A mi lo que me gusta de mad men es lo que no se muestra, todo lo que deja intuir y que esta bajo tierra, todos los silencios y que deja mucho a la imaginación del espectador, para mi es una maravilla vaya.
un beso.

J Luís dijo...

Como te gusta tanto Mad Men ¡No te puedes perder "Revolutionary Road", Viola! (la película de Sam Mendes también es muy recomendable) Ni tampoco "Las hermanas Grimes". Les seguiré la pista (al libro y a tu comentario)
Un beso.

Viola Tricolor dijo...

Si, vi la pelicula, me gustó a pesar de di caprio, no me gusta nada ese actor, una pena porque no daba la talla y menos delante de la winslet que ella si que estaba fenomenal. Ya lo tengo en mi poder, nunca estaba en la biblio pero hoy al leerte lo he apuntado y si lo tenian!
besos.