martes, 5 de octubre de 2010

Compuertas


Estos días de hospital me he acordado bastante de lo que escribia Albert Espinosa en "Mundo amarillo" (ver "Seres amarillos" en este blog) acerca de su tremebunda experiencia hospitalaria batallando contra varios cánceres y positivando todo lo ocurrido hasta el punto de afirmar que aquella había sido una de las etapas más felices de su vida.
Ni se me ocurriría comparar mi circunstancia con la suya, pero no ha dejado de sorprenderme algunas de las dinámicas inesperadas que se generan en tu entorno cuando sufres una enfermedad considerada "grave".


Verán.
Permanezco en un área restringida y esterilizada, destinada a trasplantados de médula ósea. No conozco a las personas que ocupan las otras 5 habitaciones. Cuando salgo a caminar por el pasillo, o a hacer ejercicio en la bicicleta estática, sus puertas están cerradas a cal y canto y sólo veo salir y entrar por ellas a sus acompañantes o a los enfermeros, envueltos siempre en delantales, protegidos con guantes, gorros y mascarillas.
Sé de su circunstancia por las charlas que mantiene mi esposa con sus acompañantes en el vestíbulo exterior del área: cordones umbilicales que llegan de Houston, células madre procedentes de un banco de Nueva York, autotrasplantes con la propia médula. Son en cierto modo como niños vueltos a nacer, expuestos a la más elemental infección, preservados en habitaciones de doble barrera. Pero van curando, y van recibiendo el alta, y dejan sus habitaciones vacías, por poco tiempo, desgraciadamente...

En mi caso, el tratamiento es quimioterapeútico y, aún con sus efectos secundarios, menos delicado que el suyo. He ido a parar junto a ellos por una serie de casualidades derivadas de la disponibilidad de camas, aportándome la (enorme) ventaja de disponer de una habitación individual, y, por contra, limitándome el acceso a las visitas lo cual, bien mirado, para alguien reservado como yo, es recibido con cierto alivio.

En este contexto, una conexión a Internet facilitada por el Centro Médico (insisto, hospital público) se convierte en la mayor ventana al exterior imaginable. El contacto a traves de la red con familiares, amigos, compañeros de trabajo y cibernautas afines me ha deparado varias gratas sorpresas y un sentimiento de, vamos a llamarle "felicidad", dificilmente adjudicable a la reclusión forzosa en un hospital.

Ya sea por la hipersensibilización emocional, o por la euforia que provoca la cortisona (aquí, los corticoides reinan: dan apetito, pero destruyen tejido muscular; retienen líquidos, pero palían dolores), lo cierto es que ante mí han aparecido varias compuertas, relacionadas con mi familia: unas cerradas, otras entreabiertas, todas pendientes de ser traspasadas. No es que fueran nuevas, pero en las familias reservadas las corrientes subterráneas fluyen sordas, los sentimientos acaban enquistándose en el corazón, necesitados de un impulso para aflorar a la superficie que nunca acaba de llegar. Tienen que ver con mis padres, con mi hermano, con uno de mis sobrinos, y ahora, paradójicamente me encuentro con más fuerza que nunca para decirles lo que nunca pude o quise decirles, para andar un nuevo camino al aire libre, y dejar de una puta vez las compuertas para lo que son.


*Imágenes obtenidas desde la ventana de mi habitación de hospital.

9 comentarios:

Patyclau dijo...

Hola José Luis:
Tienes un animo magnifico, me encanta como escribes, he tenido la sensación de estar ahí, en el hospital.
Con la personalidad reservada, que creo haber entendido que tienes, y que conozco bien, has tenido muy buena suerte al ser trasladado a esa parte del hospital con privacidad.
Estoy deseando leerme el libro que propones de Albert Espinosa. Las fotos son magnificas y está muy bien que tengais esas vistas tan espectaculares desde la ventana de la habitación.

Un abrazo fuerte y sige con ese animo.

Viola Tricolor dijo...

Es muy buena actitud la que tienes J Luís, ya se que es muy fácil decirlo, podrías amargarte pero te perderías todo lo bueno que tiene algo así, el acercamiento a la familia como bien dices porque en estos momentos lo único importante es que te cures. Lo de Internet es una cosa maravillosa para estas cosas, me alegro que te lo hayan facilitado todo para tenerlo. Gracias por contarnos todo esto, impresiona mucho todo lo que cuentas, lo tuyo y lo de tus compañeros de planta. Un beso muy muy fuerte. Preciosas nubes :)

Carol dijo...

Q bien lo de la conexión a Internet, y por otro lado la tranquilidad, tanto despotricar contra la sanidad pública algunos políticos que no tienen ni idea me pone histérica. Te parecerá una tontería, pero me ha llegado mucho lo que contabas, yo también soy muy reservada y tengo una relación un tanto complicada con mi familia, hay veces que las barreras que nosotros mismos construímos son tan altas que ya no ves la manera de salvarlas, pero si tú has podido ¿por qué no yo también?. Un abrazo muy fuerte y sigue con ese ánimo!

J Luís dijo...

Patyclau, te recomiedo el libro de Albert, yo me identifiqué mucho con lo que contaba de los hospitales, desde su perspectiva de optimista irredento, y mira que su historia es tremebunda.

Viola, creeme que desde el diagnóstico (crudo pero preciso, necesario) sólo puedo hablar de cosas bonitas y de gente bella. Hoy me han dicho que marcho mañana a casa y lloraba de alegría...en un hospital!

Carol,una de las cosas que más ilusión me dan ahora es andar esos caminos que creía ya cerrados por el tiempo y la rutina. Nunca es tarde para retomar algo que vale la pena

Patyclau dijo...

Me alegro muhisimo que te manden a casa.
Un abrazo:)

J Luís dijo...

Gracias de verás, Patyclau. Ahora empieza otra etapa de tratamiento, larga y diferente, y otra etapa en mi vida

Patyclau dijo...

Pues mucho animo, espero que tengas fuerzas para seguir con el blog, vengo todos los dias para ir viendo entradas, ya que me he incorporado muy tarde, estoy encantada con Japandia.

Te deseo de corazón lo mejor en esta nueva etapa.

Un abrazo fuerte

Patyclau dijo...

Hola Jose Luís, ¿que tal estas? Tienes que decir algo para que tus seguidores no nos preocupemos, puro egoismo ¿verdad?, deseo que estes bien.

Un abrazo fuerte y mucho animo, para tu mujer tambien.

J Luís dijo...

Muchas gracias, Patyclau, de corazón, por tu interés y ánimo para mi mujer y para mí. Te respondo en la próxima entrada.
Un beso y un abrazo.