lunes, 3 de agosto de 2009
¡ Arriba Pixar !
Por fín se ha estrenado "Up" (2009, Pete Docter & Bob Peterson), el décimo largometraje de esos hechiceros de la imagen, de esos traficantes de sueños e ilusiones que trabajan bajo el nombre corporativo de Pixar.
Y es, una vez más, otra obra maestra.
No es la primera - ni será la última- vez que los magos de Pixar aparecen por esta humilde bitácora. Ya les hablé de "Ratatouille", de "Wall-E", incluso de "Partially Cloudy", el cortometraje que complementa gloriosamente a esta joya que es "Up".
En Pixar siempre trabajan alrededor de una idea, de un concepto humanista lo más universal posible y lo visten con respeto, sentido común y talento (a diferencia de sus socios de Disney, más paternalistas y sensibleros, o de Dreamworks -la competencia- más interesada en una comicidad coyuntural y en el uso y abuso de referencias explícitas de la cultura popular).
En esta ocasión la idea a transmitir sería: "la mayor aventura de nuestra vida es saber vivir y disfrutar con los que nos rodean cada día".
Para ilustrarla, han tenido el atrevimiento de convertir en protagonista a un anciano (Carl) que ha perdido a su esposa (Ellie) (toda una vida contada en cinco minutos: ¡que prólogo tan bello y desolador a la par!) y con ella las pocas ilusiones que le quedaba en la vida.
A punto de ser desahuciado por una inmobiliaria, decide cumplir con el sueño que tenía reservado compartir con Ellie: viajar a la selva de Venezuela y construir su hogar.
Allí se dirigirá, haciendo volar su casa con la ayuda de miles de globos de colores. No estará solo en el empeño, ya que lo acompañará Russell (un regordete e hiperactivo boy-scout, tan torpe como encantador); en Venezuela se les unirá Kevin -una rarísima y alocada ave tropical gigante- y Dug, un entrañable perro dotado de un dispositivo para expresar con voz humana sus pensamientos perrunos.
Esto es sólo el comienzo de un carrusel de aventuras donde hay cabida para todo: reir a carcajadas (lo prometo) , echar una lagrimas y reflexionar sobre nuestras vidas, disfrutar de la gestualidad pluscuamperfecta de los caracteres y de la pericia técnica de los artistas de Pixar (siempre al servicio de la historia y nunca al revés), admirar la habilidad de sus creadores para pulsar los resortes de la memoria infantil en los adultos y despertar y estimular la imaginación de las nuevas generaciones...
Con Pixar, la utopía de un cine familiar universal -entendiendo como familiar un cine disfrutable por cualquier ser humano en cualquier etapa de su vida- deviene gozosa y perdurable realidad.
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